Cuando te encargan un trabajo, normalmente es porque les gusta tu estilo y el toque personal que puedes aportar. El problema viene cuando debido a cambios y más cambios propuestos por el cliente, acabamos perdiendo la perspectiva y no acabamos contentos con el resultado final, aunque al cliente le valga.
¿Realmente sabe el cliente qué es lo que quiere o necesita? Siguiendo sus correcciones sin pegas, seguramente acabemos haciendo algo con lo que no estemos de acuerdo y lo finalizaremos sin ilusión. Pero en ocasiones hay clientes que sí aportan cosas muy buenas sin estropear la esencia del diseño, ¿cómo definir y delimitar la línea que separa una cosa de la otra?
Al final, bien es cierto que un trabajo es un trabajo y hay que cobrar, y es normal acabar haciendo todo lo que el cliente te pida aunque te parezca una barbaridad. Pero sé por propia experiencia, que aunque a priori el diseño le pueda funcionar, desgraciadamente suelen ser proyectos que acaban por perderse. Porque no tienen ESENCIA en ellos y sinceramente, creo que es algo primordial para triunfar.
Lo más importante para un buen resultado en un diseño es un buen briefing por parte del cliente, lo más completo posible. Después, hay que dejar trabajar al diseñador, porque por eso nos gusta, por su visión y percepción de las cosas que luego convierte en realidad, no le matemos su creatividad. Por supuesto, es lícito aportar los cambios que se consideren necesarios, pero que sean constructivos y no destructivos.
Es mejor cambiar de diseñador que intentar cambiar la forma de crear del diseñador.

