Está comprobado que lo que nos rodea influye directamente en nuestra manera de sentir. Normalmente pecamos de almacenar cosas inservibles por aquel por si acaso y al final acumulamos multitud de cosas que no volvemos a utilizar.
Yo te propongo una actividad muy sencilla que te ayudará a deshacerte de todo aquello que no uses sin que te suponga un trauma.
Aprovecha los cambios de temporada de vestuario y coge dos bolsas grandes, una para donar la ropa que esté en buenas condiciones y otra para tirar al contenedor apropiado lo esté muy viejo o estropeado. Piensa en lo que te has puesto en esos meses, si hace más de dos años que no usas algo, ponlo en la bolsa de donar o en la de tirar. Sin miedo. No pienses en «a ver si adelgazo», «quizá se vuelva a llevar»… etc etc. Haz una lista con lo que consideres imprescindible en tu fondo de armario y a partir de ahí lo que no uses en dos años, a una de las bolsas. Así verás que realmente no necesitas tanta ropa y puedes hacer limpieza de vestuario y revisar si hace falta comprar algo.
Esta misma actividad, se puede extrapolar a otros ámbitos, como menajes de cocina y demás objetos tipo recuerdo que vamos almacenando.
Así se aprende a valorar lo que compramos. Buscamos cosas de más calidad y solemos cuidarlo y usarlo. Tenemos que ser conscientes de que los objetos nos ayudan y nos sirven para algo, debemos obtenerlos con ese fin, no por comprar y almacenar sin sentido. Seamos coherentes con nosotros mismos y cuidemos la naturaleza que nos rodea. Mejorará nuestra psique y nuestra manera de relacionarnos con el entorno y las personas.
Libera tu espacio, conseguirás centrarte mejor en lo que te gusta y te sentirás más relajado.